Noche tranquila de jueves. Desde hace tiempo uno de mis días especiales. Disfrutando ya del silencio en casa saco tiempo para escribir. Estoy centrada en escribir mi segundo post.
Me siento motivada, con energía para escribir y, pensando en mis ideas, divago sobre cómo funciona mi propia motivación para iniciar, mantener y finalizar cosas. Diferencio estas tres etapas porque, con el paso del tiempo voy aprendiendo en mi misma y en la observación de la conducta de los demás, cómo funciona la motivación y el por qué, a veces se va y a veces se viene…a veces sube y a veces baja…
La motivación es la llave para realizar cualquier tipo de tarea. Primero se genera una emoción. Sin crear la emoción no puedes despertar interés. No podemos empezar.
Al inicio, con la ilusión de empezar un proyecto, la motivación es muy fuerte e intensa. Yo a veces me digo: «estoy motivada, quiero hacer esto, y…quiero hacerlo ya!!!!”. Me atrapa la impaciencia, no puedo esperar, me abstraigo a veces de mi realidad y, que me disculpe mi entorno si me concentro tanto en la idea, que desconecto en algunos momentos. Éste es el inicio y…la motivación actúa.
Pero esta motivación no se mantiene así todo el tiempo. Ahora, pasada la euforia, hay que elaborar esa idea, concretarla, ya no me basta la ilusión, las ganas…Necesito algo más. Necesito hábitos. Esa parte tan importante que te permite mantenerte en las acciones que se inician. Esa parte de la disciplina que a veces es la que más nos falla y que precipita para abajo la motivación y donde muchas veces abandonamos ese proyecto, esa idea maravillosa que habíamos visualizado.
Cuando te mantienes en ese hábito que te supone un poco de trabajo es más fácil que llegues al final de tu camino, que consigas lo que te has marcado como objetivo. Entonces, algo vuelve a ocurrir, y es que el llegar a la meta tiene un efecto de gran aumento de la motivación. Otra vez y …volvemos a empezar! Estoy motivada porque he terminado. Lo conseguí y…quiero más!
Si seguimos la fórmula: MOTIVACIÓN = EMOCIÓN + HÁBITOS, tenemos garantizada la parte más importante de mantener motivación a lo largo del tiempo.
.Por lo tanto, si queremos sentir ese motor que nos mueve a hacer las cosas y a rendir de forma más activa y positiva, deberíamos tener en cuenta que:
1.- Emocionarnos es clave. Que algo nos atraiga e ilusione…sin ello es difícil arrancar. Todos tenemos esta capacidad. No vale decir: “no me motiva nada!”
2.-Desarrollar hábitos. Materializar las acciones que nos lleven a una meta que volverá a generar nueva ilusión, al aumentar la confianza en nosotros mismos.
Si conocemos cómo funciona nuestra motivación podremos crear las condiciones para ayudar a que, nuestros niños y alumnos estén motivados para llevar a cabo acciones cada vez con nuevos retos y aprendizajes.
Los niños más pequeños necesitan que les ayudemos desde el entorno y favorezcamos su motivación.
¿Cómo podemos motivar a nuestros hijos para que adquieran buenos hábitos?
Existen dos tipos de motivación que habría que diferenciar:
1-La basada en cosas externas al individuo: alabanzas, reproches, premios, castigos, regalos…Se trata de motivación extrínseca.
Ej: Niño de tres años que al lavarse los dientes le damos una pegatina por conseguirlo o cuando nos dan puntos en el supermercado para coleccionarlos y al sumar cierta cantidad llevarnos un juego de toallas a casa…
2.-La motivación que brota del propio individuo y que va ligada a lo que él hace para conseguir algo por sí mismo.
Ej: El joven estudiante que tiene claro que querrá ser médico y se preocupa de que los temas de tipo sanitario estén actualizados en sus apuntes o acude de forma voluntaria a ayudar a médicos para aprender. En este caso tiene una motivación intrínseca que brota de él mismo.
En edades tempranas no pueden utilizarse las motivaciones intrínsecas, debido a la ausencia de valores susceptibles de convertirse en motivos propios, es decir, que decida hacerlo para sí mismo. Es importante que les facilitemos motivación extrínseca, premiando y elogiando la conducta que queremos que repita.
Los niños más pequeños buscan por ello el elogio inmediato, la motivación externa y éstos son fundamentales para tener motivación de logro.
A partir de los 8-9 años, empieza a tener sentido la motivación intrínseca y empiezan a ver el valor que hay detrás de las acciones. Es importante que tengamos un plan establecido para fijar en nuestro hijos estos valores e ir consiguiendo que tengan motivación de logro, valoren su esfuerzo y trabajo, no sólo por lo que van a recibir de premio inmediato: dinero, regalos, ordenador…sino para lograr lo que ellos se han planteado.
Esta tarea no podemos dejarla a la improvisación y para ello es importante que motivemos de forma diferente según las edades a nuestro hijos para que se superen cada día.
En una encuesta realizada a adolescentes se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué pedirías a tus padres para poder trabajar bien? Sus respuestas más frecuentes fueron éstas:
-Que comprendan mi trabajo.
-Que sepan lo que hago.
-Que valoren lo que hago.
-Que me exijan con cariño y que no me griten.
-Que tengan paciencia si me equivoco.
-Que me feliciten cuando hago las cosas bien.
Si prestamos atención podemos ver que no buscaban premios materiales sino ser escuchados, comprendidos e incluso elogiados. Tengámoslo en cuenta!
Para finalizar os dejo este “decálogo para motivar” que creo que puede ser una buena hoja de ruta para llegar a conseguir en nuestro alumnos e hijos una buena motivación de logro.
DECÁLOGO PARA MOTIVAR
1. Los elogios aumentan la confianza de los niños en sí mismos.
2. Contar con la aprobación de los padres ayuda a aceptar el esfuerzo.
3. Ante un fracaso hay que estimular un propósito de mejora.
4. No debe alabarse a la persona, sino el trabajo realizado.
5. Es bueno informar periódicamente a los niños de los progresos. Lo ideal es que el mismo individuo pueda descubrir sus progresos.
6. Hay que dejar ver que siempre se espera algo más de ellos y que se confía en sus posibilidades.
7. No conviene alabar siempre o de forma excesiva. Esto fomenta el engreimiento y el falso concepto de uno mismo y hace que se valore poco lo conseguido.
8. Los premios son más efectivos porque fortalecen la conducta correcta. Para que éstos no favorezcan el hecho de actuar por el premio y no por la obra bien hecha han de graduarse hasta llegar a las motivaciones de logro.
9. Los premios y halagos han de:
-Estar relacionados con la conducta que se desea valorar.
-Enlazar con los intereses y aficiones personales.
-Establecerse a corto plazo.
–Evitar las recompensas económicas o los regalos materiales por sistema.
–No premiar todo lo que se hace bien.
10. Los efectos del castigo son primordialmente emocionales, malogrando la realización y no cambiando el aprendizaje. Éstos deben reunir algunas condiciones para que sean educativos:
-Que no sean un mero desahogo del enfado de los padres. Que no sean interpretados como una represalia.
-Que sean proporcionales a la falta cometida.
-Que estén en relación al carácter y edad del niño.
-Que se impongan sin demora.
-Que la sanción se imponga tras un diálogo con el niño, de forma que éste comprenda por qué ha actuado mal y vea el castigo como una forma de reparar la falta cometida.
Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las siete! No rima, pero…hasta mi tercera manzana!
Os dejo unas ideas de Jose Antonio Marina ( filósofo, pedagogo y escritor) sobre los deseos que arrancan a los niños para aprender.
Estoy empezando a seguir tu blog, pero estoy empezando desde el principio, ahora con la segunda manzana, aprovechando que estoy en la playa. Espero aprender y utilizar tu experiencia. Gracias.
Me encanto!
Muchas gracias! Un saludo
Muchas gracias! Me alegro que te haya podido ser útil. Saludos 😉